Oh, no dejes extinguirse la llama...
Pocos libros han influido tanto en la historia de la espiritualidad moderna
como El Kybalión, una obra que bajo la enigmática autoría de los “Tres Iniciados”
resumió el denominado “Hermetismo” en siete principios que sentaron precedente
en toda la literatura esotérica de los últimos 100 años.
Considerado un clásico de la literatura esotérica, rodeado del misterio de sus autores y asombroso por la perfección de su sistema septenario, El Kybalión sigue siendo el punto de partida para el análisis de los Grandes Misterios.
El documento, publicado a principios del siglo pasado, no se plantea como la enunciación de una filosofía o una doctrina particular, sino como una exégesis
de la verdad, una herramienta de estudio mediante la cual el estudiante pueda conciliar los conocimientos de
ocultismo que, a primera vista, aparecen como contradictorios y paradojales. El
éxito de El Kybalión es que logra organizar toda esa masa de información reunida en torno a las denominadas Ciencias Ocultas, dividiéndolas en siete principios
o axiomas a saber:
1. Principio
de Mentalismo. El Todo es mente; el universo es
mental.
2. Principio
de Correspondencia. Como es arriba, es abajo; como es
abajo, es arriba.
3. Principio
de Vibración. Nada reposa; todo se mueve; todo
vibra.
4. Principio
de Polaridad. Todo es doble, todo tiene dos polos;
todo, su par de opuestos: los semejantes y los desemejantes son los mismos; los
opuestos son idénticos en naturaleza, difiriendo sólo en grado; los extremos se
tocan; todas las verdades son semiverdades, todas las paradojas pueden
reconciliarse.
5. Principio
de Ritmo. Todo fluye y refluye; todo asciende y desciende; la
oscilación pendular se manifiesta en todas las cosas; la medida de su
movimiento hacia la derecha, es la misma que la oscilación a la izquierda; el Ritmo
es la compensación.
6. Principio
de Causación. Toda causa tiene su efecto; todo
efecto tiene su causa; todo ocurre de acuerdo con la ley. Azar no es más que el
nombre que se le da a una Ley desconocida; hay muchos planos de causación, pero
ninguno escapa a la Ley.
7. Principio
de Género. El género existe por doquier; todo tiene sus
principios masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos.
Los autores atribuyen a Hermes
Trismegisto, “el elegido de los dioses” -también denominado “el Tres Veces
Grande- la fundación de una Escuela de Misterios en el Antiguo Egipto, a la que
concurrían los sabios de Oriente y de la cuenca del Mediterráneo Oriental a
instruirse en las verdades fundamentales de la Ciencia Sagrada.
Sabemos que en
Egipto y Grecia se escribieron a partir del siglo II A.C. una serie de documentos que han sido
agrupados en lo que se conoce como Corpus Herméticum y que conforman la base de
gran parte del pensamiento mágico surgido en Europa a partir del Renacimiento.
Sabemos también que estos principios contenidos en el Corpus han inspirado la
creación, en Occidente, de Escuelas Iniciáticas al estilo de las existentes en
el mundo clásico y en el Antiguo Egipto.
Corpus Hermeticum, edición de 1643
En cuanto a los autores
de El Kybalión, es evidente que decidieron permanecer en el anonimato, cuestión que ha producido
varias teorías respecto de su identidad. La más difundida es la que
atribuye el texto a tres hombres: Paul Foster Case, Michael Whitty y
William Walker Atkinson (también conocido como Yogui Ramacharaka y sobre
quien hemos hablado en este mismo blog). Esta teoría ha sido sostenida
principalmente por los miembros de una escuela espiritualista, la Builders of de Adytum, fundada por Paul
Foster Case, pero no hay evidencias de que esto sea rigurosamente cierto.
También es muy difundida la teoría que atribuye la publicación de la obra a los
esfuerzos de ciertos sectores de la francmasonería norteamericana a la que
probablemente pertenecían los tres autores mencionados. Sin embargo, la más cercana a la
realidad es que su verdadero autor no fue otro que el prolífico William Walker
Atkinson, que la escribió sin otra colaboración que su voluntad inquebrantable.
Más allá de
los autores, destaca el libro
la misión de aquellos hombres que a lo largo de la historia han dedicado su
vida a el altar de la verdad y que conservaron ardiendo la llama de la
sabiduría. Tal vez éste sea el costado más conmovedor de muchos autores
contemporáneos a El Kybalión, que exhortaban a sus discípulos a permanecer en
el esfuerzo de resguardar la transmisión de esta tradición hermética. Esfuerzo
que encontramos claramente expuesto desde los tiempos del iluminismo.
Este
compromiso se resume en una de las más bellas frases que contiene la introducción
de la obra cuando se cita al poeta con las siguientes palabras:
“Oh, no dejes extinguirse la llama.
Sustentada por generación tras generación en la obscura caverna –en sus templos
sagrados sustentada. Nutrida por puros sacerdotes de amor- no dejes que la
llama se extinga…”
No existe
un paradigma más claro en la literatura hermética del siglo XX que este mandato que
continúa vigente en el siglo XXI. Porque más allá de las múltiples facetas que
ha tomado la espiritualidad contemporánea, resulta difícil abstraerse de la
simplicidad de este orden septenario en el cual un pequeño conjunto de leyes
sigue explicando, de manera magistral, el funcionamiento del hombre en su
relación con el Universo.
Hola! leí este libro hace poco, y lo termine, me gustaria seguir con lecturas que me puedan hacer entender mejor todo lo que dice, porq lo que dice lo entiendo como la verdad. ¿me puedes recomendar alguno? muchas gracias
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