Eugen Herrigel (1884-1955), autor de esta obra singular y única en la
literatura Zen, que supo atraer la atención de hombres de la talla de D.T.
Suzuki y Taisen Deshimaru, fue un filósofo y escritor alemán que
vivió en el Japón entre 1924 y 1929. Mientras estudiaba en la
Universidad de Tohoku aprendió arquería japonesa con el maestro Awa Kenzo. Esta
disciplina tradicional, al igual que el uso de la espada, lo llevó a
profundizar en la filosofía Zen y a escribir, ya de regreso en Alemania, una serie de tratados sobre budismo, siendo Zen en el Arte del Tiro con Arco, el más
famoso.
¿Cómo comprender esta visión desde nuestra lente occidental? ¿Acaso es
sencillo comprender la esencia de Oriente?
Sabido es que muchos deportes japoneses, en especial las artes
marciales, son más que eso. Herrigel advierte desde el principio del libro que
el "tiro con arco" no significa una habilidad deportiva o un dominio
primordialmente físico, sino una maestría cuyo origen ha de buscarse en
ejercicios espirituales que tienen por finalidad acertar en lo espiritual.
Dicho más claramente, para Herrigel aquél que practica el Arte del Tiro con Arco
apunta a sí mismo y, sólo tal vez, logre acertar en sí mismo.
De modo tal que este libro no puede considerarse una obra dedicada a
alcanzar la maestría sobre el uso de un arma de guerra tradicional, sino de
algo mucho más profundo. El Zen -corriente del budismo sobre la cual venimos
realizando algunas aproximaciones en notas anteriores- es la disciplina que
dará el marco al tirador, para que éste alcance una maestría espiritual en la
que el arma y el cuerpo se vuelven agua y tierra, integrándose el uno al otro
como una unidad entre el corazón y la consciencia. Desde esta perspectiva, el
libro de Herrigel es una obra única, porque capta la esencia de esta filosofía
de Oriente desde la visión de un filósofo alemán que ha logrado -con mucho esfuerzo- traspasar la
coraza del misterioso Japón y su tradición religioso-militar. Tradición que,
curiosamente, sólo sigue vigente como expresión cultural, puesto que las armas
tradicionales que importan estas disciplinas ya no se usan a escala bélica.
Daisetz T. Suzuki destaca en su prólogo que uno de los factores
esenciales en la práctica del tiro con arco y de otras artes marciales que se
practican en Japón tiene la particularidad de no tener ninguna utilidad. Dice
Suzuki que tampoco están destinadas a un goce estético sino a la
consciencia que ha de relacionarse con la realidad última... Y agrega,
para que no queden dudas, que:
"...El tiro con arco no se realiza tan sólo para acertar en el
blanco; la espada no se blande para derrotar al adversario; el danzarín no
baila únicamente con el fin de realizar movimientos rítmicos. Ante todo, se
trata de armonizar lo consciente con lo inconsciente..."
Eugene Herrigel
La obra que comentamos es una muestra cabal de la capacidad
integradora del Zen: El hombre debe caminar hacia una perfecta armonía con su
entorno, con el mundo que habita, con los poderes de la Naturaleza, con su
cuerpo y su respiración, con los movimientos de cada uno de sus miembros, con
su discernimiento y su intuición. Esa totalidad es la que nos llevará hacia la
armonía. Y esa es la historia que despliega Herrigel a lo largo de su obra, el
camino personal que lo llevó al descubrimiento de este estado, inconcebible en
nuestra vida cotidiana, salvo que logremos interpretar el mensaje del Zen. Este
libro es una oportunidad para intentarlo.
Este no es, sin embargo, un libro fácil pero ¿Por qué razón debiera ser
fácil el desafío de acertar en el centro de nosotros mismos? ¿No son acaso
todos los laberintos el símbolo de la búsqueda de nuestro propio interior? ¿No
han sido los guerreros quienes han descubierto que el arte de la guerra
culminaba en la batalla espiritual que cada hombre desarrolla consigo mismo?
Herrigel debió dejar atrás Alemania y viajar a Japón; aceptar esa cátedra de
Historia de la Filosofía en la Universidad Imperial de Tohoku, porque esa era
la oportunidad de entrar en relación con el budismo, sus prácticas
contemplativas y su mística. Sabía que allí encontraría una tradición
cuidadosamente conservada y una práctica viva del Zen, una didáctica consagrada
por los siglos y maestros poseedores de una asombrosa experiencia en el arte de
la dirección espiritual.
Tal vez, el logro mayor de nuestro autor haya sido el ser capaz de
volcar en un libro su propia experiencia y abrirnos paso al descubrimiento de
un arte consagrado por todas las culturas como el Arte Real: El conocimiento de
nosotros mismo. Toda descripción es insuficiente para expresar la importancia de "Zen en el Arte del Tiro con Arco", pero si de algo estamos
seguros, es que puede cambiar la dirección de su mente hacia el interior, el
horizonte desconocido de nuestra propia consciencia.